Adelante muchachos de Budapest



23 de octubre de 1956


Erika, una joven de 15 años de edad, combatiendo por la libertad de Hungría, llevaba una ametralladora durante la revolución contra el comunismofinalmente fue asesinada por los soviéticos.

De pie húngaro; la patria te llama!
Llegó el momento: ¡es ahora o nunca!
¿Queréis ser libres o esclavos?
Ésta es la pregunta. ¡Responded! 
Por el Dios de los húngaros juramos,
¡Juramos, que ya no seremos más esclavos!

La mayor de las lecciones que nos ha dejado, tanto el fracaso del marxismo-leninismo con su materialismo dialéctico, como la crisis actual de la globalización democrática, con su economia liberal, es que no se puede meter a todo un pueblo dentro de la camisa de fuerza de un régimen político que no ha sido construido a la medida de la realidad etnocultural de ese pueblo.


Y, más allá de las múltiples interpretaciones que se le quiera dar a la Revolución Húngara, la lección que nos ha dejado es que, cuando esa camisa de fuerza es impuesta por las tropas de ocupación de un país extranjero, los pueblos con identidad propia y orgullosos de su pasado se rebelan y buscan la forma de sacarse de encima esa imposición hasta por la fuerza de las armas.

Tratan de liberarse aunque la victoria sea muy poco probable, aparentemente imposible o inclusive acarre la muerte.

Y lo más extraordinario del caso es que, a la corta o a la larga, lo logran.

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